No tiene que ver con algunos teléfonos móviles, sino solo con el uso: todos los teléfonos tienen un procesador (CPU) en el interior, que maneja todo el tráfico operativo de las unidades integradas, incluida su cámara, por ejemplo. Si abre su cámara, todos estos datos de la cámara deben transmitirse a su pantalla, tal vez editarlos y analizarlos antes (corrección de color, filtrado o estabilización de imagen). Todo esto tiene que ser procesado, lo que exige una gran cantidad de corriente que fluye hacia su CPU. El flujo de corriente siempre conduce a la acumulación de calor, cuanto más demanden sus unidades, más cálido será su teléfono.
Dato curioso: cuanto más cálida sea su CPU, menos eficiente será y, por lo tanto, demanda aún más corriente para compensar la pérdida de eficiencia, lo que lleva a temperaturas aún más altas. Esta es la razón por la cual los teléfonos a veces se calientan tanto que se apagan para protegerlos de daños internos.
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